viernes, 8 de diciembre de 2006

BIOGRAFÍA DE CARL SAGAN


PARTE I

Infancia y adolescencia

Carl Edward Sagan nació el 11 de noviembre de 1934 en el barrio de Bensonhurst, en el corazón de Brooklyn, N.Y., hijo de inmigrantes provenientes de la Europa central. Él mismo cuenta algo acerca de sus humildes orígenes en "Nómadas", la introducción de su libro "Un Punto Azul Pálido" (Ed. Planeta, Barcelona, 1996):

"Dudo mucho que, en toda su existencia, Leib (Gruber, su abuelo) se hubiera alejado más de cien kilómetros de Sassow, el pequeño pueblo que le vio nacer. Pero entonces, en 1904, según cuenta una leyenda familiar, a fin de evitar una condena por asesinato decidió de repente huir al Nuevo Mundo, dejando tras de sí a su joven esposa. Qué distintas de aquella atrasada aldea hubieron de parecerle las grandes ciudades portuarias alemanas, qué inmenso el océano, qué extraños los altísimos rascacielos y el frenético ajetreo de su nuevo hogar. Nada sabemos de su viaje transoceánico, pero encontramos la lista de pasajeros correspondiente al trayecto cubierto con posterioridad por su esposa, Chaiya, que fue a reunirse con Leib en cuanto hubo conseguido ahorrar lo suficiente. Viajó en la clase más económica a bordo del Batavia, un buque registrado en Hamburgo. En el documento se aprecia una concisión que, en cierto modo, parte el corazón: “¿Sabe leer o escribir?” “No.” “¿Habla inglés?” “No.” “¿Cuánto dinero lleva?” Me imagino lo vulnerable y avergonzada que debió de sentirse al responder: “Un dólar”.

Desembarcó en Nueva York, se reunió con Leib, vivió el tiempo suficiente para dar a luz a mi madre y a mi tía y luego murió a causa de “complicaciones” del parto. Durante esos pocos años en América, en algunas ocasiones habían adaptado su nombre al inglés y la llamaban Clara. Un cuarto de siglo después, mi madre puso a su primogénito, un varón, el nombre de la madre que nunca llegó a conocer."

Samuel Sagan, su padre, fue un judío emigrante de Rusia que trabajó de cortador en tela en una fábrica de ropa y llegó a ser un próspero comerciante aún durante las años de la Depresión. Rachel, su madre, fue una ama de casa que dedicó todo su tiempo a educar a sus hijos con amor y dedicación. Los Sagan siempre se preocuparon por la educación del pequeño Carl, quien siempre mostró vocación hacia la ciencia. Un buen ejemplo es cuando a la edad de 5 años, los Sagan llevaron a su hijo a la Exposición Mundial de 1939 en Nueva York. Carl quedó impresionado ante las visiones futuristas de aquella época.

También el cielo nocturno despertó su curiosidad. Al no haber nadie a su alrededor que le supiera o quisiera explicar qué eran las estrellas, en cuanto tuvo 7 u 8 años su madre lo llevó a la Biblioteca Pública de Nueva York, y el mismo Carl pidió un libro acerca de 'estrellas'. La amable empleada le dio un libro que tenía en su portada a Clark Gable y Greta Garbo: estrellas de Hollywood. Muy pronto Sagan supo que no toda la gente tenía muy claro el concepto de 'estrella'.

Cuando le hubieron traído el libro correcto, Carl lo leyó completo. También las lecturas de ciencia ficción de la época despertaron su imaginación en cuanto a la posibilidad de vida en otros mundos. En "Cosmos" (Editorial Planeta, Barcelona, 1982) nos relata:

"Recuerdo haber leído de niño, fascinado y emocionado, las novelas marcianas de Edgar Rice Burroughs. Viajé con John Carter, caballero y aventurero de Virginia, hasta "Barsoom", el nombre que daban a Marte sus habitantes. Seguí a manadas de bestias de carga con ocho patas, los thoat. Y conseguí la mano de la bella Dejah Thoris, princesa de Helium. Me hice amigo de un luchador verde de cuatro metros, llamado Tars Tarkas. Me paseé por las ciudades en aguja y por las abovedadas estaciones de Barsoom, y a lo largo de las verdes veredas de los canales de Nylosirtis y Nephentes (...) John Carter consiguió llegar allí simplemente al situarse de pie en un campo extendiendo sus manos y deseándolo. Recuerdo haberme pasado, de niño, bastantes horas con los brazos resueltamente extendidos en un campo solitario implorando a lo que creía que era Marte, para que me trasladara hasta allí. Nunca dio resultado. Tenía que haber otros sistemas".

Según cuentan quienes lo conocieron, en aquella época no había palabra para lo que quería ser: quería viajar e investigar la vida en otros planetas, quería estudiar las estrellas, quería diseñar naves espaciales... pero a pesar de sus sueños de viajar hacia las estrellas, Carl era sensato y comprendió que quizá para cuando existieran naves espaciales él ya sería demasiado viejo. En cambio, decidió que estudiaría las estrellas. Recibió algunos desaires, como el de su abuelo, quien le preguntó que a qué le gustaría dedicarse cuando fuera mayor. Carl muy orgulloso le contestó: "quiero estudiar astronomía". El abuelo volvió a preguntarle: "Eso está muy bien. ¿Y qué piensas hacer para ganarte la vida?". Mas eso no detendría a la inquieta mente de Sagan, quien muy pronto descubrió que en realidad existían personas que estudiaba astronomía y que incluso ganaban dinero con su profesión. Contando con el total e incondicional apoyo de sus padres y algunos maestros, el destino del futuro científico y divulgador ya estaba escrito.

Estudios

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, los Sagan se mudaron a Nueva Jersey donde tendrían una vida mejor. Ahí Carl cursó la preparatoria en la Radway High School, en donde fue escogido como el estudiante más inteligente y con más posibilidades de éxito en la vida.

Al terminar la preparatoria, Carl inició sus estudios en la universidad de Chicago, donde tuvo que abandonar su interés hacia los cohetes como un posible medio para viajar al espacio, debido a que dicha universidad no contaba con un departamento de ingeniería. Entonces se concentró en estudiar lo que siempre le fascinó: las estrellas.

Avanzó rápidamente en su carrera como científico; muy pronto destacó entre sus compañeros, y durante las vacaciones de verano trabajó en el laboratorio del científico ganador del Premio Nobel H.J. Mueller, quien en aquella época se dedicó a investigar el origen de la vida en este planeta. Ahí Sagan, sin embargo, realizó actividades de poca importancia.

Carl finalizó su doctorado en astronomía y astrofísica bajo la tutela del Dr. Gerhard Kuiper, otro científico intrépido que estudió la posibilidad de vida en otros planetas, y a quien se le conoce como El Padre de la Ciencia Planetaria Moderna. Hay que aclarar que hombres como estos tuvieron que luchar por sus ideas, pues en aquella época sus colegas, concentrados en temas más convencionales, consideraban la investigación de vida en otros planetas como 'ciencia ficción'. Mas pronto cambiarían las perspectivas del espacio para siempre, cuando científicos soviéticos realizaron con éxito el impactante lanzamiento del Sputnik hacia el espacio para colocarlo en órbita alrededor de la Tierra, en 1957.

En ese mismo año, el 16 de junio de 1957, Carl contrajo nupcias con la estudiante Lynn Alexander (más tarde Lynn Margulies), quien al igual que Sagan, causó controversia con sus teorías revolucionarias acerca de la evolución de la vida en la Tierra. Tuvieron dos hijos, Dorion y Jeremy.

Durante esos años, Sagan dio a conocer los resultados de su primera gran investigación como científico, en donde sugería un efecto invernadero en Venus. Sus cálculos perfectos causaron sensación, y fue invitado por la
NASA para trabajar como científico colaborador. Los datos transmitidos por el Mariner II desde Venus comprobaron la veracidad de las teorías de Sagan.

En el mundo ya no había nada que impidiera el comienzo de la Aventura Espacial. Y mucho menos hubo algo que impidiera que Carl Sagan participara en ella.


Sus primeros años como investigador

Aunque la NASA se proponía principalmente enviar una misión tripulada por el hombre a la Luna, Sagan nunca vio con buenos ojos el programa espacial Apollo. Lo consideraba un desperdicio de dinero y un riesgo hacia las vidas de los astronautas; sin embargo, el colaborar con la agencia espacial le permitiría hacer sus sueños realidad: explorar otros mundos e investigar la posibilidad de vida en ellos. Mas el concentrarse en sus ambiciones llevaron su matrimonio al fracaso, y en 1963, se divorció de Lynn Alexander. Ella se llevó a los niños y Carl, ya solo, se concentró en sus actividades en la NASA, además de que aceptó un puesto como astrónomo en la renombrada Universidad de Harvard.

El Mariner 4 fue la primera sonda en llegar a Marte, en el mes de junio de 1965, y todos los científicos que participaron en el proyecto, especialmente Sagan, esperaban ansiosos las imágenes que la sonda habría de transmitir. Marte era un punto en el cielo que resultaba particularmente atractivo en aquella época; todavía se recordaban los famosos "canales" observados por Percivall Lowell a principios de este siglo. A pesar de que las observaciones con telescopios más potentes habían ya descartado la idea de que dichos canales podían haber sido construidos por alguna civilización inteligente, Marte no perdía su fascinación...

Pero después que los científicos hubieron observado todas las imágenes y analizado los valiosos datos enviados por las sondas, se concluyó que no había indicios de erosión causada por agua, excluyendo casi por completo la posibilidad de que alguna vez pudo haber existido siquiera la forma de vida más elemental en el planeta rojo. Sagan, lejos de desanimarse, optó por comenzar a monitorear señales de vida mediante aparatos que no requerían de condiciones atmosféricas óptimas como los telescopios ópticos, ni el costoso lanzamiento de una sonda espacial: radiotelescopios.

Simultáneamente, Carl empezó a colaborar con el científico soviético I. S. Shklovski y juntos organizaron debates y discusiones junto con otros colegas interesados en buscar vida extraterrestre; el contenido de dichas discusiones fue después publicado en el libro "OVNIS: Un Debate Científico", que trata precisamente acerca de los inicios de la búsqueda de vida en otros mundos. Desde un principio Sagan dejó muy en claro que el objeto de sus investigaciones no
tenían nada qué ver con el cada vez más popular fenómeno OVNI. Sin embargo, la conservadora Universidad de Harvard no vio con buenos ojos sus actividades, y al año siguiente le negaron la renovación de su contrato.

Esto significó un duro golpe en la carrera de Sagan, pero casi inmediatamente recibió una oferta de la Universidad de Cornell, en Ithaca, Nueva York, la cual tenía la fama de tener entre sus filas a científicos que investigaban temas especulativos y poco convencionales. Como es de suponer, Carl Sagan fue recibido con los brazos abiertos. Sagan se mudó a Ithaca al lado de su flamante esposa, la artista Linda Salzmann, con quien se casó el 6 de abril de 1968. Carl se convirtió en el director del Laboratorio de Ciencias Espaciales en Cornell, cargo que, junto con sus clases en dicha universidad, ocupó por el resto de su vida.

Además de estas actividades, Sagan se incorporó al equipo de operadores y científicos encargados del proyecto Apollo 11 en 1969. Pero lo más significativo en ese año para él fue la misión del Mariner 9 a Marte. La nave excedió todas las expectativas al orbitar el planeta dos veces por día y fotografiar el 100% por ciento de su superficie, mostrando evidencias de que alguna vez fue activo, y haciendo renacer las esperanzas sobre la posibilidad de vida en el pasado marciano.

La misión Pioneer

Poco a poco Sagan toma experiencia de sus años como maestro y científico, que junto con su gran capacidad de observación le permitió comprender que el individuo 'normal', sin preparación universitaria, debía ser introducido al mundo de la ciencia y a la astronomía. Con gran entusiasmo y sin importarle tomar algo de tiempo de sus propias investigaciones, se emprendió a la tarea de popularizar la ciencia. Pero quizá ni él mismo estaba consciente de su enorme talento ya no para explicar temas complicados de una manera sencilla, sino para contagiar su entusiasmo y pasión por la ciencia. Carl comienza a publicar artículos de divulgación científica en revistas no especializadas y realiza esporádicas apariciones en programas de televisión. Paulatinamente empieza a ser reconocido por la gente común, amén de la popularidad con la que ya contaba entre la elite científica. Mas Carl Sagan pronto estaría en boca de todos a causa de... una placa.

En 1973 fueron lanzadas las sondas espaciales Pioneer 10 y 11 con la misión de transmitir imágenes y datos desde los gigantes de nuestro sistema solar, Júpiter y Saturno. Sagan y su colega y amigo Frank Drake consiguen autorización de la NASA así como los fondos necesarios para incluir en el Pioneer 10 una placa grabada con símbolos, en el remoto caso de que alguna civilización extraterrestre se 'topara' con la nave durante su viaje hacia el espacio exterior (hacia donde se está dirigiendo en estos mismos momentos). La placa fue diseñada por Drake y Sagan, y el arte corrió a cargo de Linda Salzmann.






La clave para descifrar la placa radica en entender el agotamiento del elemento más común en el universo: el hidrógeno. Este elemento viene ilustrado en la parte izquierda de la placa en forma esquemática, mostrando la transición superfina del hidrógeno atómico neutro. Cualquier ser proveniente de una civilización con la suficiente educación científica para comprender el hidrógeno debería ser capaz de interpretar el mensaje. Igualmente se señala la posición de la Tierra en nuestro Sistema Solar... pero todo esto hubiera pasado casi desapercibido de no ser por el hecho de que también se incluyeron grabados que mostraban a un hombre y una mujer desnudos. Los medios se apresuraron a mostrar imágenes de la placa en periódicos, revistas y televisión, y la conservadora Norteamérica se volvió loca.

Aquí unos extractos de "Señales de la Tierra", narrado por Frank Drake (traducido del alemán "Signale der Erde", (c) Droemersche Verlagsanstalt Th. Knaur Nachf. München/Zürich 1980):

"La placa en el Pioneer 10 y 11 llevó, así de sencilla como era, a reacciones tanto divertidas como sorprendentes por parte de la opinión pública. Los medios de comunicación y las estaciones de televisión se confrontaron con el problema de enseñar la placa en todos sus detalles, a pesar de que se mostraba a humanos desnudos. En el "Chicago Sun-Times" los redactores de esforzaron desesperadamente por retocar las partes sexuales hasta hacerlas desaparecer, por lo que de una edición a otra durante el mismo día una parte delicada de la anatomía detrás de otra desaparecía. El jefe de redacción de "Los Angeles Times" recibió furiosas cartas de lectores que culpaban a la NASA de malgastar el dinero de los contribuyentes para enviar 'obscenidades' al espacio. También había cartas de feministas ofendidas que por otro lado protestaban que la mujer de la placa parecía ser una subordinada del hombre. ¿Qué no parecía estar atrás del él? ¿Y por qué, por todos los cielos, el hombre era quien tenía la mano alzada y la de ella no? Todo esto fue una desagradable sorpresa para Linda Sagan, quien se considera una mujer emancipada.

También estaban sorprendidos y apesadumbrados algunos que pensaron que las imágenes de los humanos representaban demasiado a su propia raza, cualquiera que fuera. Llama la atención que esto fue objetado por personas de todas las razas, lo que nos hace pensar en una profunda verdad psicológica en todos nosotros. Lo más importante es que este mensaje fue realizado por un grupo muy pequeño de humanos -exactamente por tres- y con eso no fue ni tan representativa de toda la humanidad, ni tan informativa como pudo haber sido. En la prensa inglesa aparecieron artículos que demandaban que futura información de este tipo fuera dirigido por un gran grupo internacional de científicos y laicos.

Después de todo este tiroteo de críticas llegamos a la conclusión que la mayoría de ellos eran irrelevantes. Éramos de la opinión que no habíamos cometido ningún error grave. Sin embargo, las críticas consiguieron hacernos ver el arte de recopilar mensajes interestelares con mucha más humildad. Habíamos descubierto que una gran parte de la humanidad se preocupaba por el contenido de mensajes interestelares, aún cuando la posibilidad de que fueran recibidos era muy pequeña."

De igual modo mucha gente expresó sus objeciones porque pensaron que mostrando nuestra localización en el espacio, sería mucho más fácil que civilizaciones bélicas nos localizaran para conquistar o destruir la Tierra. Con todo, también hubo muchas reacciones positivas, y personas de todas partes también escribieron cartas a los periódicos para expresar su aprobación y entusiasmo. Comenta Sagan en "La Conexión Cósmica" ( (c) Plaza & Janes Editores S.A., Barcelona, 1978):

"El mensaje que llevaba a bordo el Pioneer 10 ha sido una auténtica diversión. Pero también ha sido algo más que eso. Es una especie de prueba cósmica Rorschach, en la cual muchas personas ven reflejadas sus esperanzas y temores, sus aspiraciones y derrotas, los más oscuros y los más luminosos aspectos del espíritu humano.
El envío de tal mensaje nos obliga a considerar cómo deseamos estar representados en una raciocinación cósmica. ¿Cuál es la imagen de la Humanidad que podríamos desear presentar a una civilización superior ubicada en cualquier punto de la Galaxia? La transmisión del mensaje del Pioneer 10 nos estimula a considerarnos a nosotros mismos desde una perspectiva cósmica.


En mi opinión, creo que el mayor significado de la placa del Pioneer 10 no es precisamente el hecho de enviar un mensaje al exterior, sino más bien el de que se trata de un mensaje a nosotros mismos".



PARTE II

No hay comentarios:

Dunkerque : al rescate de 400 mil soldados Imagen de la película "Dunkerque". No copyright infringement intended Ir al c...